Toledo Visigodo
La zona de la Vega Baja es un amplio territorio situado al norte del casco histórico con más de cincuenta hectáreas. Espacio casi horizontal, delimitado en su margen izquierda por el río Tajo y en el norte y este por los cerros que rodean la ciudad por esta zona, es y ha sido, históricamente el área de expansión urbana y la salida natural de la ciudad hacia el Norte (camino de Olmos y Valladolid por la actual carretera de Ávila) y hacia el Oeste (camino hacia Talavera y Mérida).
La Vega Baja de Toledo ha sido tradicionalmente lugar de ocupación, espacio de actividades culturales, residenciales y productivas que han ido cambiando a lo largo de los siglos. Tiempos y espacios que conforman la cultura de la ciudad de Toledo. Desde la edad de Bronce y la época romana fundamentalmente se produce una ocupación que va dejando testimonios de su presencia y de su actividad. La presencia de los visigodos en la ciudad y la ocupación islámica dejarán su huella en este amplio territorio. Cuando Alfonso VI conquiste la ciudad, la zona será el lugar de ubicación de edificios religiosos y conventuales. Los usos agrícolas y ganaderos se beneficiarán de un terreno fértil como es el suelo de la vega. En el siglo XVIII se ocupará el espacio próximo al río con la Fábrica de Armas. A mediados del siglo XIX desaparecerá el aprovechamiento agrícola y el espacio permanecerá vacío con la referencia de sus valores arqueológicos y paisajísticos.
Las excavaciones realizadas en la zona, en los últimos años, confirman la existencia de una singular estructura arqueológica. El trabajo de los diferentes equipos de profesionales que han estudiado este patrimonio arqueológico con rigor, acaba confirmando el interés y la necesidad de profundizar en su conocimiento y conservación. Su trabajo, en los momentos iniciales del proyecto Vega Baja, ha sido esencial para conocer y valorar el patrimonio allí existente, y que ha provocado su declaración como Bien de Interés Cultural, con la categoría de yacimiento arqueológico.
Las excavaciones realizadas hasta el momento van poniendo de manifiesto una doble realidad: la existencia de una gran estructura urbana y la presencia de indicios de su actividad. Las estructuras de muros, elementos constructivos y pavimentos dejan al descubierto la presencia de edificios de viviendas, construcciones públicas de mayores dimensiones y pavimentos de viarios, es decir una estructura urbana. Una ciudad en la que se puede ver la complejidad de tiempos diversos, superposiciones, cambios y modificaciones que el estudio arqueológico deberá documentar y confirmar. Los materiales aparecidos en la excavación van poniendo de manifiesto la existencia de una sociedad activa de la que vamos conociendo algunos aspectos. Los ponderales, balanzas y monedas nos hablan de su economía y de su poder y organización.
Las piezas cerámicas nos explican más su cotidianeidad y la actividad de la comunidad que vivía en este espacio. Otros elementos singulares como la cruz dorada, la tapa de la arqueta con imágenes en torno al pozo nos dan referencias de un poder social y político existente en ese momento y de su estructura organizativa. El estudio científico de la cultura material continuado a lo largo de los próximos años, irá permitiendo definir hipótesis sobre este yacimiento que ya entendemos como esencial en la historia de la ciudad de Toledo.
Un territorio unido a la historia y a la cultura de la ciudad de Toledo que como tal debe investigarse y mantenerse.
Fuente: http://www.toledo-turismo.com/es/toledo-visigodo_118